¿Qué es la anorexia nerviosa?
La anorexia nerviosa, a la que habitualmente se denomina como simplemente anorexia, es un tipo de trastorno de la alimentación. Las personas que lo padecen experimentan un miedo intenso a engordar, incluso cuando están evidentemente por debajo de su peso; como consecuencia, el paciente se provoca una pérdida de peso excesiva, que en ocasiones puede llevarle a la inanición o incluso a la muerte.
Estos individuos desarrollan la convicción de estar siempre demasiado gordas. Por este motivo evitan la ingesta de alimentos, lo que puede poner en riesgo su salud o incluso su vida. De hecho, la anorexia nerviosa es una enfermedad extremadamente grave y con una elevada tasa de mortalidad.
Quienes sufren este trastorno tienen una imagen distorsionada de su aspecto corporal; a pesar de estar extremadamente delgadas, estas personas insisten en seguir adelgazando. Para seguir perdiendo peso limitan la ingesta de calorías, incrementan el ejercicio físico, emplean laxantes o se provocan el vómito.
¿A qué se debe la anorexia nerviosa?
No están totalmente claras cuales son las causas que pueden dar lugar a la aparición de esta enfermedad. Sin embargo, se cree en general que puede deberse a una combinación de factores biológicos y vivenciales de una persona. Esto implicaría, por lo tanto, la concurrencia de diversos factores genéticos, metabólicos, fisiológicos, sociales, familiares, etc.
Al margen de estos posibles elementos y de su mayor o menor relevancia a la hora de poder desarrollar un trastorno de anorexia nerviosa, lo que sí que existe de manera muy claramente identificada son distintos factores de riesgo. Así, cuanto más de estos factores se den, mayor puede ser la probabilidad de padecer esta enfermedad.
- Padecer o haber padecido obesidad
- La existencia de un familiar o de alguno de los padres con obesidad
- Estar permanentemente preocupado por la imagen corporal, el peso o la estética
- Haber pasado por procesos emocionalmente traumáticos, como la pérdida de un ser querido, el divorcio de los padres, falta de apego, alejamiento del hogar, etc.
- Tener antecedentes de trastornos de ansiedad
- Problemas de autoestima o imagen negativa de uno mismo
- Tener un patrón de personalidad perfeccionista o muy centrado en el cumplimiento de reglas
- Haber experimentado problemas alimentarios en la infancia
- Vivir en un entorno social o cultural muy enfocado hacia la belleza o la imagen personal
¿Cuáles son los principales síntomas de la anorexia nerviosa?
El síntoma más distintivo de esta enfermedad es el miedo intenso que sufre el paciente a ganar peso; esta fobia es tan acusada, que puede manifestarse incluso cuando el paciente es claramente delgado o incluso estando desnutrido. Así, los pacientes pueden llegar a negar su estado físico real, por lo que no reconocen su falta de peso; esto incluso les hace no reconocer el riesgo para su salud que implica este estado de inanición.
Para evitar este miedo a ganar peso, los pacientes de anorexia intentan limitar al máximo el consumo de alimentos. También, de manera adicional, pueden provocarse el vómito o purgarse para reducir aún más la ingesta de calorías. En ocasiones, pueden desarrollar también una actividad física intensa, con la intención de seguir adelgazando.
Al margen de esta sintomatología general, existen también múltiples indicios fisiológicos de que una persona puede estar padeciendo anorexia nerviosa. Entre estos, los más frecuentes son:
- Actitud triste, melancólica o depresiva
- Alteraciones anímicas frecuentes y acusadas
- Cefaleas, jaquecas o dolores de cabeza
- Problemas dentales, en la mucosa bucal o sequedad en la boca
- Cabello escaso o fino, uñas quebradizas
- Problemas cutáneos, piel amarillenta o reseca
- Desarrollo de abundante vello corporal
- Sensación de debilidad o falta de energía
- Sensación de frío constante
- Mareos o bajadas de tensión
- En mujeres, alteraciones en el ciclo menstrual
También existen otros indicios en el comportamiento del paciente que pueden prevenir de la aparición de este trastorno. De ellos los más comunes son los siguientes:
- No querer comer con otras personas, comer siempre en soledad
- No comer los alimentos familiares, sino los preparados por uno mismo
- Cortar el alimento en múltiples pedazos muy pequeños y no comerlos
- Ir al baño justo después de las comidas
- Uso de diuréticos, enemas, laxantes o pastillas para adelgazar o reducir el apetito
¿Qué tipos de anorexia nerviosa hay?
Existen esencialmente dos tipologías de anorexia nerviosa, en función de los comportamientos que desarrolle el paciente:
- Anorexia nerviosa restrictiva: aquí, el paciente intenta sobre todo limitar la ingesta de alimentos. Esto lo consigue esencialmente mediante dietas o la realización de ejercicio físico intenso. Este tipo es más frecuente en personas metódicas, perfeccionistas o con un elevado nivel de autocontrol.
- Anorexia nerviosa bulímica: en este caso, el paciente desarrolla actitudes de purga de su cuerpo. Estas purgas pueden desarrollarse de diversos modos, por ejemplo, vomitando, con laxantes, diuréticos, enemas, etc. Este subtipo de anorexia es más común en personas impulsivas y con tendencia a autoevaluarse constantemente.
¿Cómo se trata la anorexia nerviosa?
La anorexia nerviosa, al igual que el resto de trastornos de la alimentación, es un desorden de muy difícil tratamiento. Esto se debe a la diversidad de causas que la originan. Por este motivo, la intervención debe abordar todas estas causas desde una triple perspectiva: psicológica, médica o nutricional y farmacológica.
En el tratamiento médico o nutricional tiene por objetivo restablecer el peso y la salud del paciente. Aquí se tata por tanto de asegurar el bienestar físico del individuo, evitando la sintomatología fisiológica. Para ello, se intenta que el paciente alcance un consumo mínimo de 1.500 kcal al día. Se considera que este tratamiento ha tenido éxito si se alcanza un mínimo del 90% del peso ideal del individuo.
La terapia psicológica, a diferencia de la médica, pretende resolver los problemas emocionales que ocasionan la enfermedad. Así, la psicoterapia es una herramienta de gran utilidad para el paciente, quien aprenderá a conocer y controlar sus emociones. Esta terapia también tiene por objetivo evitar posibles recaídas posteriores; por este motivo, se suele emplear también la terapia grupal o la terapia familiar. Este tipo de intervenciones ayudan no solo al paciente, sino también a su entorno, a evitar situaciones de riesgo y prevenir posibles recaídas.
El tratamiento farmacológico, por su parte, solo se utiliza en determinadas ocasiones. En función de la situación concreta de cada paciente, un médico podrá recetar diferentes tipos de medicación.
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