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Frustración: sentirla nos está bloqueando y haciendo sufrir

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La frustración es uno de los estados emocionales más comunes y también más naturalizados. Lo sentimos, dependiendo de la persona, en muchos momentos de la semana y llega a convertirse en algo que nos genera malestar constante. De hecho, una vez que nos hemos quedado bloqueados en la frustración, tenemos una mayor predisposición a sentirla a corto plazo de nuevo. Podemos llegar a encadenar estos estados sin saber cómo resolverlo.

Pero, que la frustración sea algo ya normalizado en nuestro día a día, no quiere decir que sea bueno para nosotros. Hay otras estrategias emocionales que podrían sustituir a la frustración y que nos podrían ayudar en esos momentos donde la sentimos. Por tanto, saber qué es, por qué se produce y cómo resolverla, puede evitarnos mucho del malestar que sentimos.

¿Qué es la frustración?

La frustración es una reacción emocional ante acontecimientos donde algo no ha estado a la altura de nuestras expectativas o no sale como nosotras queremos. En ese momento, la frustración se produce porque sentimos que no es justo, que merecíamos otra cosa y hay una activación física con componentes de ira.

A nivel emocional, podríamos separar la frustración en dos estados: rabia y tristeza. La rabia al sentir que algo no es justo y la tristeza por la pérdida o no llegar a las expectativas. Pero esta combinación no es equilibrando ambas emociones. Lo que ocurre es que se ha producido una pérdida, donde solo cabría la emoción de la tristeza, pero nosotros sentimos rabia.

Rabia en lugar de tristeza

La tristeza es la emoción constructiva que nos ayuda ante todo tipo de pérdidas. Busca un desarrollo, que generemos vías alternativas o soluciones. Conectar con esta emoción nos hace avanzar y salir de la situación donde nos podríamos atascar. Por ejemplo, suspender un examen implica ver dónde han estado los errores y que se puede hacer ahora para aprender y mejorar la siguiente vez.

Por otro lado, la rabia reacciona ante las injusticias, las agresiones, las mentiras o las manipulaciones. Busca restaurar el equilibrio, defendernos y que haya justicia. Como tal no agrede, solo corta y defiende.

¿Dónde está aquí la frustración? Como hemos dicho, las pérdidas deberán ser resueltas desde la tristeza y las injusticias desde la rabia. El problema es que, ante las pérdidas, en numerosas ocasiones, sentimos rabia porque lo vivimos como injusto. En el caso anterior de suspender un examen, si yo lo vivo como injusto sentiré rabia. Esa rabia en momento de pérdida es lo que conocemos que es la frustración.

Y, aunque podemos escuchar que la frustración es una reacción primaria, como tal no lo es. Las emociones primarias tienen que ver con las emociones básicas: miedo, tristeza, rabia, orgullo, amor y alegría. En este caso, la frustración es una mala combinación de rabia y tristeza.

Baja tolerancia a la frustración

El concepto de baja tolerancia a la frustración lo escuchamos de forma frecuente, muchas veces para referirnos a personas que conocemos o a nosotros mismos. Se refiere a la propensión que alguien pueda tener a sentir frustración de forma frecuente. Lo que estaríamos viendo es ese patrón de sentir rabia ante las pérdidas (errores, fracasos, algo que no está a la altura de nuestras expectativas…). Lo podemos ver, por ejemplo, en personas muy competitivas en el juego, que se enfadan si pierden.

Cuando un estado emocional disfuncional aparece de manera puntual, nos generará malestar, pero de manera pasajera. No tendrá grandes repercusiones en nuestra vida. Sin embargo, si esa disfunción se convierte en un patrón, puede haber malestar frecuente y daños en diferentes áreas de la vida de la persona. Por ejemplo, cuando alguien se enfada cada vez que pierde a un juego. ¿No llega un punto donde ya nadie quiere jugar con esa persona?

Patrones emocionales de la frustración

Cuando está activado este patrón en una persona, nos está indicando que hay un problema a la hora de aceptar y elaborar las pérdidas. Son vividas como injustas, la persona se llena de rabia y busca culpables fuera. Aunque a veces busca al culpable en uno mismo, lo que le acaba llegando al autocastigo. En estos casos, cuesta entender que las cosas no son como nos gustarían que fueran. No hay aceptación.

Una pérdida es algo a lo que nos enfrentamos todos los días en numerosas ocasiones: perder el metro, llegar tarde a una cita, que el ordenador vaya lento, que nos anulen una reunión, no encontrar las llaves… Son pequeños detalles muy frecuentes que me pueden generar un mayor o menor malestar, dependiendo de cómo lleve yo las pérdidas. Si a esos pequeños detalles les sumamos otros más grandes, como una ruptura, un duelo o un despido, ¿qué le ocurrirá a alguien que viva las pérdidas como injustas?

Estrategias para la frustración

Invertir un patrón emocional no siempre es fácil. De hecho, puede llevarnos meses poder manejarlo por completo. Pero lo que debemos perseguir es, sobre todo, entender qué nos pasa y cómo nos afecta. Aunque volvamos a cometer errores y vuelva a salir esa rabia ante las pérdidas, no pasa nada, todo es fruto del aprendizaje y nos sirve para crecer.

¿Qué estrategias podemos llevar a cabo para empezar a manejar la frustración?

  • Restructurar mentalmente la situación

Se trata de entender qué situación tenemos delante. Por inercia, sentiré frustración y en el momento en el que se active ese estado emocional deberé pararme a ver qué tengo delante. ¿Es una pérdida o una injusticia? Y en este paso, simplemente restructuraré mentalmente la situación.

  • Escuchar a mi cuerpo vs. escuchar a la situación

Analizada la situación donde yo he logrado ver que realmente estoy ante una pérdida, ¿qué me está diciendo mi cuerpo? Mi cuerpo habla de rabia, de injusticia, y yo no voy a pretender cambiar eso. Acepto que eso es lo que estoy sintiendo y que para mí es válido. Ahora bien, ¿qué es lo que la situación pide hacer? Lo que mi cuerpo quiere es una cosa y lo que la situación requiere es otra. Veo que, como es una pérdida, debo aceptar y buscar soluciones.

  • Actúo

Ante las pérdidas debo pararme a reflexionar y hallar soluciones. En primer lugar, necesitaré calmarme. Buscaré un espacio para mí, tomaré unas cuantas respiraciones y, cuando esté mejor, moveré mis pensamientos a la búsqueda de soluciones.

Gestionar la frustración no siempre es fácil, especialmente si es un patrón en nosotros. Pero entender qué es y cómo me afecta, es el mejor paso que podemos dar.

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