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¿Cómo se diferencia la aceptación de la resignación?

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Tanto aceptación como resignación son conceptos psicológicos y emocionales frecuentes en nuestro día a día. A menudo las confundimos a nivel terminológico, aunque la diferencia a la hora de sentirlas sí que es importante. Pero no solo es una cuestión de terminología, sino que si caigo más en una que en otra, me podré estar acercando o alejando del bienestar, según cuál sea. Por eso, no solo es importante conocer la diferencia, sino entender cómo nos afectan y cómo podemos manejarlas mejor.

¿Qué es la resignación?

La resignación es un estado psicológico en el que la persona para todas las acciones que estaba llevando a cabo para resolver o movilizar algún recurso. En algunos casos, se llega, incluso, a parar antes de empezar. Desde ese estado, la persona vive un bloqueo, una frustración que le dice que, como no puede hacer nada, debe rendirse. Nos lleva al sufrimiento, a colocarnos en un malestar donde decimos “vale, esto es lo que hay; no puedo hacer nada para cambiarlo”.

Por tanto, una de las cosas que más llama la atención de la resignación es la pérdida de responsabilidad, sumado a un estado de malestar, con miedo, tristeza y/o rabia. Desde esa resignación se sufre, aunque la persona cree que es el único camino. Aunque tal vez lo sea.

¿Qué es la aceptación?

La aceptación, sin embargo, no está acompañada de emociones que nos generen malestar. También implica analizar una situación y darse cuenta de que no se puede actuar sobre ella. Pero, en este caso, no habría frustración, sino el propio proceso de aceptación. Encajo que la situación no es como a mí me gustaría y lo dejo estar.

En este caso, sí hay responsabilidad sobre las acciones. Me responsabilizo de forma directa de no hacer nada para cambiar el problema. A esto le sumo emociones como la tristeza, que me ayudan a superar la pérdida y, dentro de mis posibilidades, encontrar un desarrollo o vías alternativas, pero ya lejos del problema inicial.

La diferencia entre la resignación y la aceptación

Tanto en la aceptación como en la resignación, nos encontramos con que algo no está como querríamos. No llega a la altura de las expectativas y nos gustaría cambiarlo. Sin embargo, las circunstancias, por el motivo que sea, me lo impiden. En ese caso, si me frustro y siento que me doy contra un muro que, al final, me lleva a retirar mis acciones, caigo en la resignación. Por el contrario, si observo y soy consciente de que no hay un camino que vaya a resultar eficaz, decido no actuar y abandonar toda lucha infructuosa.

Por tanto, tenemos dos diferencias fundamentales: las emociones de bienestar/malestar y la toma de responsabilidad. A la aceptación, aunque le acompañan emociones iniciales como la tristeza, después sentimos alivio y una sensación de fluidez, como que todo pesa menos. A la resignación le acompaña, principalmente, la frustración y la impotencia.

En cuanto a la responsabilidad, tenemos que tener en cuenta que la tenemos entendida siempre como la acción, como el movilizar nuestros recursos. Sin embargo, cuando yo tomo el control sobre algo desde la responsabilidad, yo decido en todo momento el 100% de mis acciones. Y el no actuar, también es una forma de actuación.

Mecanismo que acompañan a la aceptación

Para poder diferenciar de forma clara la aceptación de la resignación, también tenemos que tener en cuenta diferentes mecanismos que existen. En cuanto a la aceptación podemos ver varios, constructivos y eficaces que nos ayudan a sentir que tenemos control sobre la situación, incluso cuando la mejor opción es no hacer nada.

Algunos de los mecanismos que acompañan a la aceptación y que no aparecen en la resignación son:

Proactividad

Al dejar de lado la resignación y enfocarnos en la aceptación, abandonamos caminos infructuosos. Eso nos lleva a poder invertir todas esas energías en otros caminos que sí van a resultar prósperos y que nos harán desarrollarnos. Eso no siempre implica que vayamos a estar mejor que si nuestra primera opción se hubiera dado, pero sí que salimos del bloqueo.

Ilusión

Cuando conectamos con la aceptación y entramos en modo proactivo, podemos volver a recuperar la ilusión por los nuevos objetivos y las metas que nos ayuden a crecer. De la tristeza por la pérdida, pasamos a la conexión con lo que somos, a darnos valor y valía. Y, solo ya desde ahí, recuperamos la ilusión y el optimismo. Siempre de forma ajustada a la realidad. Cambiar el foco hacia algo que nos pueda satisfacer.

Bienestar

Como no hemos escogido el camino de la resignación, no vamos a estar durante un largo periodo de tiempo en emociones negativas. La tristeza que se siente inicialmente, de hecho, ni siquiera nos va a hundir. Es la misma emoción que nos va a permitir elaborar vías alternativas y escoger un desarrollo para nosotros.

Aprendizaje y evolución

Como hemos encontrado nuevos retos ante nosotros y hemos visto puntos muertos donde no podemos crecer, obtenemos un aprendizaje. Del “por aquí no” también llegamos al “por aquí sí”. Lo que ya no me sirve o lo que no ha sido útil, quedará atrás y conectaremos con el verdadero aprendizaje. Aparte, desde la aceptación, no existe el error o la derrota como tal, sino que son caminos cerrados que nos empujan a la evolución por otros senderos.

Entender en qué se diferencian resignación y aprendizaje nos ayuda a poder conocernos mejor, ver dónde caemos con una mayor frecuencia y si realmente es ese el mejor camino para nosotros. Entender nuestros esquemas nos ayuda a entendernos y poder evolucionar. Y gracias a mecanismo como la tristeza podemos generar responsabilidad sobre los bloqueos y poder encontrar vías alternativas. Esto nos permite aprender, llegar a nuevos destinos o ampliar nuestro conocimiento sobre el mundo que nos rodea.

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Ángel Rull

Ángel es Licenciado en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid y tiene un Máster en Investigación Psicológica Aplicada a las Ciencias de la Salud. Es especialista en manejo emocional, Psicología Positiva y Psicología de la Obesidad. Escribe para medios nacionales como El Periódico sobre Psicología para concienciar sobre la salud mental.

2 comentarios en «¿Cómo se diferencia la aceptación de la resignación?»

  1. Muy interesante.
    Entiendo que la resignación conlleva un proceso de «pataleta» previo, en el que se invierten muchas energías, lo cual, sumado a la propia resignación, contribuye a ese sentimiento de frustración y estancamiento.
    Aceptar implica una involucración menos directa y más positiva con el hecho y, efectivamente, permite avanzar en otra dirección.
    ¡Enhorabuena por el análisis!

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