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Fluir: un estado psicológico que nos cuesta alcanzar

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Fluir es uno de los conceptos que más dificultad suele requerirnos. Algunas personas parecen hacerlo especialmente bien, mientras que otras nunca lo logran. Tiene que ver con nuestro estado emocional, pero también con nuestra personalidad. Sin embargo, llegar a ello tiene múltiples beneficios. Aunque también hay una serie de peligros cuando no está bien gestionado. Pero ¿qué es exactamente fluir y cómo aparece en nuestra vida?

Psicología Positiva

Fluir es un concepto dentro de la Psicología Positiva. En 1975, el psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi empezó a hablar del flujo psicológico. Aunque este concepto no es nuevo. Diferentes corrientes desde la filosofía o la espiritualidad ya hablaban de algo parecido. Aunque es la Psicología Positiva la que toma el concepto de fluir, lo estudia y le da una verdadera forma aplicable a nuestro día a día. Se convierte en un recurso que podemos usar y que nos ayuda a cambiar y mejorar nuestras vidas.

Desde la Psicología Positiva se estudian aspectos constructivos, destinados a la mejora de nuestra calidad de vida o a la superación de diferentes problemáticas. Siempre nos apoyaremos en aspectos positivos y existentes, no es un falso optimismo ni en un sesgo irreal, como a veces creemos que es la Psicología Positiva.

¿Qué es fluir?

Entendemos de forma errónea como que fluir es algo pasivo, algo que sucede sin más. Sin embargo, nuestro cuerpo y nuestra mente deben estar unidos y hacer un trabajo consciente y deliberado. Ese trabajo y ese esfuerzo se alinea con lo que somos, con el disfrute y el talento y es ahí donde verdaderamente fluimos. Las horas pasan sin que nos demos cuenta y pasamos por estados de placer.

Para poder fluir, debemos encontrar un equilibrio entre la dificultad de lo que estamos llevando a cambio y las habilidades con las que contamos. Tiene que haber un grado de dificultad para que pueda haber una motivación y suponga un reto para nosotras. Pero, también, debemos contar con las habilidades necesarias para llevar a cabo la tarea, de una forma que nos siga motivando y retando. Esas habilidades no deben estar en la maestría, porque entonces también nos aburriríamos.

Esto concepto de fluir no es siempre del que hablamos normalmente. Confundimos fluir con el acto de la rendición o dejarnos llevar por la corriente.

Fluir vs. rendición

Ya hemos visto que fluir es alcanzar un estado donde ponemos a prueba nuestras habilidades en una tarea que exige concentración y un cierto grado de dificultad. Esa tarea es placentera y motivante para nosotros. Además, no todas las tareas van a hacer que alcancemos ese estado de fluir. Sin embargo, socialmente denominamos fluir a otros estados, al dejarnos llevar, desde la pasividad y el abandono. Esto es realmente un acto de rendición, donde me libero de todo control y dejo que la vida y los acontecimientos me dirijan. Aunque las palabras puedan llevarnos a confusión, tanto la finalidad como el proceso son totalmente diferentes.

  • Fluir: es un estado deliberado, activo y consciente. Se alcanza solo en determinadas tareas. Implica habilidades, motivación y cierta dificultad. Sus consecuencias son positivas.
  • Rendición: es un estado pasivo y receptivo. No existe ningún tipo de esfuerzo. Se puede alcanzar en cualquier tipo de momento o tarea. No requiere de ningún tipo de talento, motivación o habilidad. Sus consecuencias pueden ser positivas o negativas.

El peligro de confundir fluir con la rendición

En numerosas ocasiones hablamos de fluir cuando realmente nos estamos refiriendo al concepto de rendición. Le decimos a una persona con necesidad de control que se va de viaje que fluya, que se deje llevar. Ese es el acto de la rendición que no siempre va a implicar aspectos positivos. La rendición que queremos es completa, pero ¿eso no implica peligros? Un viaje tiene una parte que debe estar estructurada y organizada para que se pueda disfrutar sin necesidad de preocupaciones. Y sí hay otras partes donde podemos ir a ese estado de rendición.

Por ejemplo, en el ámbito laboral podemos ver también los peligros de confundir fluir con la rendición. Mientras que fluir es llevar a cabo nuestras tareas en un estado de disfrute y concentración, rendirnos sería ceder todo el control a los acontecimientos y que todo fue como marcan los demás.

Confundir fluir con la rendición es lo que hace que muchas personas no quieran soltar el control o fluir cuando es verdaderamente necesario.

Variables de personalidad

Nuestra personalidad nos predispone o nos cierra a determinados estados. En muchas ocasiones, no logramos hacer algo, no porque no sepamos hacerlo, sino porque nuestra personalidad se impone y nos lo dificulta. Esto es lo que ocurre tanto con la rendición como con el fluir.

La personalidad en el fluir

El perfeccionismo y la autoexigencia son los principales rasgos que dificultan este estado. Con la tarea tiene que ser perfecta o su finalidad es que seamos los mejores, el fluir no se alcanzará. Para fluir debe haber equilibrio entre la dificultad y el talento, algo que no va a dejar el perfeccionismo y la autoexigencia. Como nunca nada es suficiente y nunca nada está bien, no podremos fluir, estaremos concentrados en los mínimos detalles y en cómo será el resultado. Así nunca hay un verdadero disfrute.

La personalidad en la rendición

Lo que más dificulta la rendición es la necesidad de control, en todas sus diferentes facetas. Ya sea por miedo a que ocurran amenazas, a las pérdidas o a no ser yo el que controle los acontecimientos, desde estos rasgos la rendición no se alcanza. Mientras no se gestionan estas tendencias de la personalidad, la persona sentirá un alto nivel de malestar cuando busque la rendición y ni siquiera sepa llevarla a cabo.

Fluir es uno de los estados psicológicos más beneficiosos que pueden alcanzarse. Nuestro trabajo o nuestras aficiones deben ayudarnos a alcanzar frecuentemente el fluir. Desde ahí ganamos más sentido en nuestra vida, con una mayor motivación. Aunque no siempre es sencillo conseguirlo, podemos empezar a buscar todas aquellas áreas donde lo hemos logrado alguna vez y potenciarlas. Y, sino, podemos buscar nuevas formas de alcanzarlo.

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2 comentarios en «Fluir: un estado psicológico que nos cuesta alcanzar»

  1. Fluir. Qué significa fluir para el individuo pragmático, para la persona, para el ser humano, para el sujeto trascendente, para el arrojado ser-ahí: Fluir según los dramas de la vida. Fluir por-entre las fábulas del mundo. Fluir ante la sátira de la nada. Fluir tras la tragedia del ser. Fluir bajo la comedia de lo divino.

    Fluir es cierto desasirse, es cierto despojamiento de los acorazamientos del {[(||”yo”||)]}. Fluir es cierto dejarse llevar, pero no por las circunstancias de las cosas sino por el devenir de la apertura: es el acaecer de la posibilidad que trasciende lo fáctico… Fluir es cierto dejar ser, es cierto consentimiento soberano con el que permitimos ser. Fluir es cierto dejar de ser, es cierto abandono, cierto olvido, cierto solaz en el que se recrea el guerrero. Fluir es cierto desistimiento por insistir en persistir, que no rendición.

    El anhelo de fluir y la nostalgia de haber estado fluyendo suponen la esperanza de todo aquel que ha sido incapaz de armarse con los acorazamientos del yo, del que se instala entretenido en las circunstancias de las cosas, del que se aísla y encierra herméticamente, del que está preocupado por cierto apremio y urgencia que le instiga a la exigencia de tener que llegar a ser, del que anda buscando desazonadamente un éxito tras otro…

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