El minimalismo emocional busca que alcancemos un estado de bienestar a través de la reducción de conductas que nos desgatan. Se trata de ver qué elementos de pensamientos o qué acciones de todas las que llevamos a cabo son innecesarias. Además, esta forma de gestionar mejor lo que estamos sintiendo nos ayuda a entendernos y relacionarnos mejor con los demás.
¿Qué es ser minimalista?
El minimalismo es una corriente que, aplicada a cualquier área, reduce al máximo los elementos, elimina el exceso y busca la verdadera utilidad. En el arte, en la decoración o en la ropa, por ejemplo, es llevar el menor número de elementos, siempre desde lo práctico. De esta forma, nuestra atención no se distrae y se centra únicamente en lo que importa.
Independientemente de área donde se aplique el minimalismo, lo que nos vamos a encontrar es la reducción al máximo de los detalles y de lo superfluo para vivir con poco, pero de calidad.
Reducir en lo psicológico
El minimalismo emocional se podría definir como una forma de vida donde solo nos centramos en lo esencial y aprendemos a eliminar todo el exceso y el ruido de nuestros pensamientos. No se trata de cortar los procesos reflexivos sino de saber en qué momentos no son necesarios o, incluso, excesivos. Para ello también hay que aprender a mejorar y enfocar nuestros pensamientos cuando sí sea el momento.
Para poder reducir en lo psicológico, tenemos que saber identificar de forma simple y rápida las situaciones que vivimos. Y en base a ese diagnóstico, tener también formar concretas de actuar. Si vivo una pérdida, solo debería llevármelo a la tristeza para que me ayudase a asumirla y buscar soluciones o alternativas. Pero no hacemos eso, lo mezclamos con rabia o con miedo y en lugar de reducir y actuar, nos quedamos en el sobresfuerzo mental que tanto nos desgasta.
Las cargas emocionales
Uno de los problemas que tenemos a nivel mental es que vamos llenando nuestra mente sin descartar nada. Tenemos un conflicto y se queda en nuestra cabeza sin resolver del todo. Luego vivimos una pérdida y nos quedamos anclados. Nos llenamos de miedos, frustraciones o pensamientos culpabilizadores sin aprender a soltarlos. Esto se debe a que no hemos resuelto de la forma correcta cada situación vivida. Lo complicamos y lo enredamos y lo acabamos mezclando con situaciones acumuladas del pasado. Es ahí donde la mochila emocional se va llenando hasta desbordarnos.
A esta dificultad en resolver de forma práctica hay que sumarle la confusión en la responsabilidad. Mucho de lo que acumulamos ni siquiera es nuestro. No sabemos diferenciar de qué somos responsables y de qué no. Yo soy responsable de lo que te acabo de decir, pero no de cómo tú te sientes. Yo soy responsable de mis acciones, pero no de tus interpretaciones. Sin embargo, todo acaba siendo mi responsabilidad. Y ese desorden se debe a que no sé darle a cada uno su propia responsabilidad.
Consecuencias del exceso
El exceso de carga mental se traduce en sensación de estrés y ansiedad para nuestra mente y nuestro cuerpo. Si estamos acumulando emociones no resueltas, acumulando responsabilidades que no son nuestras, lo normal es que nos sintamos desbordados. Cuanto más se alarga esto en nuestra vida, peor nos sentimos y más desgaste tenemos. En esos momentos, el cerebro interpreta que, junto a lo que no ha acabado de gestionar del pasado, no cuenta con los medios suficientes para hacer frente al día a día. Y además, esto no solo se producirá con cosas importantes, también con los pequeños momentos cotidianos. Acabamos sintiendo que no podemos más en la rutina habitual.
Los síntomas de vivir una vida de sobrecarga son:
- Emociones que explotan: rabia, tristeza, miedo…
- Alteración en el sueño y en la alimentación.
- Somatizaciones.
- Sentirnos abrumados con el tiempo y con las tareas.
- Pensamientos catastróficos sobre el futuro o sobre uno mismo.
- Dificultad en las relaciones.
El proceso de depuración
¿Qué hacemos antes de limpiar la casa? Tenemos que tirar todo aquello que es basura y/o que ya no nos sirve. Si lo queremos llevar al minimalismo, esto se debe hacer al máximo. Con nuestras cargas mentales pasa exactamente lo mismo. Para ello, primero tengo que ver qué sobra. Puedo sentarme tranquilamente y decidir reiniciar con determinadas partes de mí mismo o de mi vida. Volver a empezar, vaciar la mochila emocional para liberarme del peso. Además, debo empezar a separar las responsabilidades. Este acto puede llevarnos unos minutos, aunque necesitaré unos días para que en mi mente se recoloque todo.
¿Qué hago con determinados aspectos de los que no me puedo vaciar ni reiniciar? A lo largo de nuestra vida, nos ocurren situaciones que nos generan heridas emocionales. Si esto no está curado, necesitaré de un proceso terapéutico que me ayude a soltarlo.
Reduce al máximo
Dentro del minimalismo emocional, una vez que nos hemos liberado de la carga anterior, podemos aplicar una serie de principios. Estos principios pretenden hacernos la vida más sencilla.
Esto es lo que podemos hacer para tener un estilo de minimalismo emocional:
- Practica la meditación o el mindfulness.
- Conecta con la naturaleza.
- Libérate de compromisos innecesarios o que no te apetecen.
- Reduce lo que haces y haz solo aquello que te llena.
- Identifica las situaciones, actúa para resolver o enfréntate y déjalo estar.
- Escribe durante 10 minutos tus preocupaciones y olvídate el resto del día.
- Si algo al pensarlo te desgasta, prueba otro enfoque.
Vivir una vida desde el minimalismo emocional comienza por liberarnos de cargas innecesarias. Ya desde ese momento nos empezamos a sentir mejor, más conectados con nuestra esencia. A partir de ahí se trata de aplicar conductas sencillas, que nos hagan alcanzar siempre el bienestar, sin evitar los problemas o los conflictos. Una vida desde el minimalismo emocional también tiene problemas, pero se van resolviendo sin huir ni culpabilizarse. Es desde ese enfoque, desde el me enfrento y me libero, desde donde somos más felices.
No había escuchado nada sobre el término «minimalismo emocional». Muchas gracias, cada día se aprende algo nuevo. Hasta pronto.
Myrian, muchas gracias por leer nuestros artículos.
Nos alegra mucho que hayas aprendido de ellos y que te gusten.
Un abrazo.
Vega Marcos. Psicóloga de Somos Psicología y Formación.