El amor es una de las emociones básicas de todo ser humano. Nos ayuda a vincularnos, establecer relaciones con los demás, generar espacios seguros y avanzar junto al otro. La emoción es innata y nos ha acompañado en todos los procesos de nuestra evolución. Sin embargo, los patrones culturales, las experiencias o la educación recibida la moldean y pueden llegar a crear diferentes disfunciones, como sucede a partir de los mitos del amor romántico.
Emoción sana
La emoción del amor nos abre las puertas para que podamos crear una vinculación con otra persona, independientemente del tipo de unión. Sentimos amor con nuestra familia, nuestros amigos, nuestra pareja e, incluso, con compañeros de trabajo. Esa emoción tendrá diferentes matices dependiendo del tipo de unión, con un mayor afecto o una intimidad, pero con la misma base: la entrega, el compromiso y la protección.
Llegamos a esta unión sana cuando generamos un espacio de seguridad, donde no hay invasiones, donde sentimos que el otro nos empuja en nuestro desarrollo, cuando existe un equilibrio o hay una admiración mutua. Pilares necesarios para que el amor sea pleno y nos sintamos dentro de un verdadero espacio seguro. Esto nos permite abrirnos, tener confianza y crecer como personas gracias al otro.
En esta relación empezamos a dar amor, a medida que sabemos pedirlo y recibirlo. Ese equilibrio va evolucionando y la relación avanza a medida que el amor sentido es mayor. Podemos expresarnos y compartir lo que sentimos y se nos nota que estamos satisfechos con la relación y con el amor en su versión más sana. Pero ¿siempre lo que sentimos es beneficioso?
Relaciones dañinas
La cultura en la que nos desenvolvemos y nuestra educación nos va enseñando de forma directa e indirecta a vincularnos a los demás a través de las diferentes emociones y, por supuesto, haciendo hincapié en el amor. Pero no siempre las enseñanzas recibidas, aunque vengan de la mayoría, son las más sanas y la que mejor nos pueden funcionar. Esto se agrava especialmente en las relaciones de pareja, donde no existe un manual de instrucciones y todo lo que sabemos lo podemos aprender de las parejas que vimos cuando éramos pequeños, de las películas o de los diferentes consejos fáciles que nos da el entorno cercano. Cuando todo lo observado es positivo, tenemos la suerte de unirnos de una forma constructiva. Pero, por desgracia, no siempre es así. Es donde entran en juego los mitos del amor romántico.
A nivel social acumulamos diferentes creencias que vamos pasando de generación en generación, con ligeras variaciones a medida que avanza la sociedad. Estas variaciones no siempre van acordes a lo necesario y sano emocionalmente. El amor es una de las estructuras que más lastres va acumulando y muchos de los problemas que nos llevan a terapia es nuestra dificultad a la hora de encajar nuestras creencias y deseos con la realidad del día a día. Tenemos ciertas creencias, observadas y aprendidas de cómo debería funcionar una relación, basándose en fundamentos románticos y pasionales que pueden acabar haciéndonos mucho daño. De hecho, estos mitos plantean relaciones desequilibradas, de una elevada carga emocional y con montañas rusas que pueden acabar siendo tóxicas para ambas partes.
Los mitos del amor romántico
Debemos diferenciar lo que es realmente la emoción del amor de lo que es una relación de pareja. Lo primero es algo innato que nos ayuda a vincularnos dentro de un espacio seguro, mientras que lo segundo es un constructo social que, aunque pueda reportarnos numerosos beneficios, si no se hace desde unas estructuras seguras, puede acabar dejando secuelas psicológicas. El problema no es la relación en sí, sino las creencias que nos hacen moldearla con una serie de características perjudiciales. Eso tan perjudicial son los mitos del amor romántico, lo que nos hemos transmitido socialmente y que parece marcarnos que cuanto más pasional es una relación, más feliz acabará siendo. Conceptos como los celos o la media naranja no siempre se basan en la emoción real del amor, pero sí se unen socialmente a lo que es de verdad estar en pareja.
¿Cuáles son los mitos del amor romántico y qué es lo que nos dicen? Entenderlos, saber que no son reales, sino que los hemos construido, nos ayudará a poder erradicarlos de nuestras creencias y poder encontrar una vinculación con nuestra pareja desde el equilibrio y la seguridad.
1. Los celos
Asociamos sentir celos con que nos importe una persona y con quererla o que nos quieran. Sin embargo, los celos no son sinónimo de amor. El respeto de la libertad del otro o la confianza no van de la mano de la imposición de unos límites, tal y como persiguen los celos.
2. La media naranja
Es uno de los mitos que más claramente estamos eliminando a nivel social. Ya son muchas las personas que defienden que no son la mitad de otra, que no están incompletas y que en ellas mismas ya son un todo perfecto. La creencia en este mito nos empuja a buscar desesperadamente a otro que nos complemente. Y en la desesperación siempre hacemos malas elecciones.
3. La exclusividad
Este mito nace del miedo a que la otra persona se vaya y de que no nos sentimos seguros de nosotros mismos. Imponemos una serie de límites que no siempre van con lo que la otra persona quiere. Quitar este mito no implica abrir la relación a una alternativa poliamorosa, sino ser conscientes de que mi vida no es exclusiva de mi pareja y que tengo el poder de decir estar donde yo quiero, aunque el otro no esté.
4. El amor todo lo puede
El amor solo es amor. Cuando metemos tristeza, miedo o rabia se pierde la verdadera esencia. Justificamos la lucha con que el amor está diseñado para poderlo todo, como la distancia. Sin embargo, el amor no tiene que escalar montañas para que sea auténtico si una de las dos partes no quiere hacerlo.
5. Los polos opuestos se atraen
Que las personas diferentes a nosotros nos llaman la atención es indiscutible. Sin embargo, esto no siempre es sano. Me puedo vincular a un opuesto por un vacío que siento, por algo que a mí me falta y quiero que el otro se ocupe de ello. Me atrae el opuesto por la promesa de que me llenará, pero con la certeza de que diferentes incompatibilidades me acabarán dañando. Una relación basada en afinidades me traerá muchos más beneficios, aunque tenga yo que ocuparme de mis vacíos.
Aunque aquí aparezcan cinco mitos del amor romántico, existen muchos otros que siguen enterrados en el inconsciente colectivo. Los modelos psicopedagógicos actuales luchan por derribar todas las creencias insanas sobre nuestra forma de vincularnos. Desmitificar el amor implica bajarlo del pedestal donde lo habíamos colocado, hacerlo más terrenal, aunque eso parezca quitarle cierta magia a corto plazo. Sin embargo, a largo plazo acabaría con las heridas, con relaciones donde no hay estructuras seguras o con la soledad y el vacío por no tener una pareja, ya que dejaría de ser visto como algo negativo.
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Con respecto al punto 3, una pareja es exclusividad pero desde lo sano claro. Una cosa es que tu pareja no tenga la libertad de apuntarse a actividades que le gustan o que tenga que estar contigo las 24 horas, pero una pareja es compromiso y cuando empiezas una relación, dejas de ser «libre». Si una persona con pareja empieza a querer ir muy por su cuenta o conocer gente nueva de manera individual, realmente no quiere estar en pareja.
Buenas tardes S.
Este punto se refiere a que la pareja (tanto una parte como otra) tenga la libertad de poder elegir dónde, cuándo y con quién. Respetar eso en una persona, hace que la relación sea sana. Si no se acuerda una relación poliamorosa, el que tu pareja tenga relaciones amorosas con otras personas, claro que es un problema.
No tendría que haber problema si tu pareja quiere compartir su tiempo también con otras personas. Si existiera problema, estaríamos hablando de una falta de confianza e inseguridad en la pareja.
Un saludo.
Laura.