El estrés es una tensión que viene ocasionada por situaciones difíciles o agobiantes para el individuo, que ponen a este en disposición de afrontar posibles amenazas. Se trata de un tema que ha alcanzado gran popularidad en los últimos tiempos, debido a su relevancia en la vida tanto profesional como personal de la sociedad actual, aunque es todavía en gran medida un gran desconocido para la población en general.
Para comprender mejor qué es el estrés, a qué se debe, y cómo se puede controlar, os explicamos a continuación en detalle todos estos conceptos.
¿Por qué se desencadena esta situación?
El estrés es un proceso natural y necesario para el ser humano, ya que nos prepara para la acción. Se desencadena cuando la persona percibe que una situación es amenazante, desencadenándose una respuesta automática a tres niveles: cognitivo, fisiológico y conductual.
Efectivamente no todas las situaciones generadoras de estrés son desagradables, por ejemplo quedar con la persona que te gusta o que te acepten de un trabajo son situaciones agradables, lo que ocurre es que interpretamos también esas situaciones como generadoras de ansiedad, desencadenándose la temida respuesta del estrés. Esto hace que percibamos estas situaciones como potenciales “amenazas”, activándose la tripe respuesta:
- Pensamientos: Primero vienen a nuestra mente distintos pensamientos, como ¿Y si no le gusto en la cita?, ¿y si no le gusto como voy vestida/o?, ¿y si no le caigo bien?
- Emociones: Después aparecen las emociones asociadas a nuestros pensamientos, como por ejemplo ansiedad, tristeza, angustia
- Conductas: Finalmente, nuestras emociones hacen que modifiquemos nuestros comportamientos. Siguiendo con el ejemplo que estamos usando, al final se puede cancelar la cita y no ir.
Efectivamente anticipamos el fracaso, anticipamos el resultado de una situación que aún no ha pasado, la hacemos presente generando ansiedad y angustia anticipatoria.
Las personalidades con baja autoestima, con necesidad de tenerlo todo bajo control o rigidez mental, suelen ser más propensas a tener altos niveles de estrés.
¿Qué podemos sentir?
El estrés desencadena una triple respuesta inmediata a tres niveles: cognitivo, fisiológica y de conducta:
- Respuesta cognitiva: enojo, irritabilidad, miedo, etc.
- Respuesta fisiológica: aumento de las pulsaciones cardiacas, aceleración de la respiración, problemas gástricos, dolores de cabeza, etc.
- Respuesta conductual: evitación a la situación, afrontación de la misma, o vivir constantemente preocupados.
Tenemos que diferenciar el estrés puntual, de corta duración, fruto de las presiones del día a día, al estrés episódico o crónico. En este último hablamos de síntomas que se mantienen en el tiempo, y que pueden llegar a poner en peligro la salud de la persona. En estos casos, se suele requerir tratamiento.
¿Cómo podemos controlar este tipo de estrés?
Los elementos estresores no son los mismos para todas las personas. Para una persona una situación puede ser muy estresante y para la otra ser un problema menor. Debido a esto tenemos que tener en cuenta que algunas situaciones tienen un alto componente subjetivo. Obviamente otras no, como la muerte de un ser querido.
Tenemos que diferenciar entre el circulo de preocupación con el circulo de influencia. Ponlo en práctica. Escribe en un círculo todo lo que te preocupa, la paz en el mundo, el hambre, la política, tu compañero/a, la situación de la empresa, tu jefe, etc., y ahora otro circulo donde escribas aquello en lo que sí que puedes influir, tus hijos, tu salud, tu pareja…
Y reflexiona, ¿en que gastas tu tiempo y tus esfuerzos? ¿en aquello en lo que no puedes influir, como por ejemplo la política?, o por el contrario ¿en aquello en lo que sí, digamos por ejemplo en la educación de tu hijo?
Una vez que tengas bien identificados estos dos elementos, aumenta tu círculo de influencia centrando tus esfuerzos y disminuye tu círculo de preocupación, que solo te generará malgaste anímico.
¿Hay que quitarle importancia o simplificar la situación? ¿Cómo podemos afrontarlo?
Hay que cambiar el modo en que vemos las cosas. Hay que verbalizarlo. Las personas evalúan la situación en la que se encuentran según la importancia que le otorguen, o bien según su vulnerabilidad para afrontarla. No obstante, conviene tener en mente que lo más importante es evaluar siempre la situación generadora de estrés.
Además, es importante recordar que hay dos maneras de afrontar las situciones, en función esencialmente de nuestra personalidad:
- Personas reactivas: tienden a dirigir sus esfuerzos hacía su círculo de preocupación, malgastando tiempo y esfuerzos.
- Personas proactivas: dirigen sus esfuerzos en aquellas cosas sobre las que pueden hacer algo.
Lo primero que tenemos que hacer es diferenciar si las situaciones generadoras de estrés están en nuestro circulo de preocupación o de influencia; si están en el primero se consciente que esto solo te generará estrés innecesario.
¿Qué claves se recomiendan para frenar la desazón?
Hay muchas claves y estrategias para reducir el estrés y el desánimo que este nos genera. Una importante herramienta de la que disponemos es la estrategia cognitiva, basada en la reestructuración cognitiva y en el debate racional. Se trata de un instrumento muy poderoso para frenar la desazón.
Esta estrategia consiste en interpretar de manera adecuada la situación a la que nos enfrentamos, generando respuestas emocionales positivas y conductas más adaptativas.
Analiza las siguientes preguntas ante la situación desencadenante de estrés:
- ¿Es cierto este pensamiento que tengo?
- ¿Qué pruebas tengo de que sea cierto?
- ¿Cómo es la gravedad de este asunto?, Muy grave, grave, normal, leve, muy leve… compáralo con otras situaciones que realmente sean muy graves como el fallecimiento de un ser querido. Esto te ayudará a trivializar la situación desencadenante del estrés y a verla en un contexto más objetivo.
También es muy recomendable realizar ejercicio físico, llevar una alimentación sana y equilibrada, mantener hábitos de vida saludable, disfrutar de las amistades y poner en práctica el sentido del humor.
Otro consejo: “Si aprendemos a respirar de forma diafragmática lenta, nos ayudará a relajarnos y a controlar estados emocionales disfuncionales.”
¿Cuándo se convierte en algo patológico?
El estrés se convierte en patológico cuando la persona que lo padece no ve salida ante una situación que es percibida como amenazante, generando altos niveles de ansiedad.
Cuando esta situación se mantiene a lo largo de bastante tiempo y no se ve solución a la misma, se terminan provocando desequilibrios en el organismo afectando a la calidad de vida y la salud.
En estos casos, como ya hemos indicado, se suele requerir tratamiento médico y psicológico para poder superalo.