El miedo a no estar a la altura y la creencia de que no soy suficiente es algo actualmente muy extendido. Tiene su origen en determinadas emociones que no logramos conectar y en diferentes experiencias vividas. Se moldea con la educación y con el paso de los años y, como es algo aprendido, también puede trabajarse hasta eliminarse.
El miedo y las comparaciones
Si queremos encontrar un origen emocional, debemos atribuir la creencia de que no soy suficiente al Orgullo. Esta emoción es la encargada de la valoración y del estatus personal (no social). Se encarga de decirnos qué es lo que somos, nuestras fortalezas y nuestro reconocimiento. Originalmente, algo que podemos ver en los niños más pequeños, el Orgullo se encuentra conectado de forma plena en todos nosotros. Con la educación recibida y la cultura de la comparación y la competitividad en la que vivimos, esa emoción se daña. Aparecen disfunciones relacionadas con el Orgullo, como la soberbia, la vergüenza o la envidia.
Detrás de ese Orgullo que ya no está bien, tenemos también interiorizados estándares sociales que nos hacen creer que estamos incompletos o que debemos alcanzar una altura que parece cada vez más lejana. Nuestro desarrollo se convierte en una lucha por la superación, la demostración y el reconocimiento social. Y es en todo esto donde se asienta el “no soy suficiente”.
Problemas añadidos
A los problemas que ya hay con el Orgullo, se le empiezan a sumar otra serie de problemas, que van variando dependiendo de la persona. Podemos encontrarnos el perfeccionismo, donde busco un estándar de calidad o cantidad irreal que nunca cumplo, por lo que nunca estoy satisfecho. Pero también está la autoexigencia, el tengo que ser más y mejor, porque de esa forma todos me admirarán y por fin me sentiré pleno; aunque el camino no es por ahí.
Cuando siento que no soy suficiente, busco maneras (erróneas) de ganármelo. Busco la utilidad para que me reconozcan, el solucionar los problemas a los demás o el cuidar para que me quieran. Aunque también hay roles como el de la niña buena, el que tiene que hacer felices a todos o la que se encarga de todas las responsabilidades. Esos caminos, no solo no nos harán sentirnos suficientes, sino que, como dependen del ojo ajeno, nunca nos completarán.
Autoestima y valoración personal
Cuando aparece la creencia de que no soy suficiente, no siempre llego a identificar que tenga problemas en mi autoestima. Puede, de hecho, pensar todo lo contrario, que sí que me valoro, que sí que me quiero y que sé cuidarme y respetarme. Sin embargo, la creencia está ahí. Eso se debe a que no hay una verdadera identificación con la baja autoestima, aunque tampoco habría una autoestima sana. Si, al compararme con algo o alguien acabo creyendo que no soy suficiente, es porque me siento incompleto, por lo que la valoración personal no es plena.
Independientemente de cómo yo considere que esté mi autoestima, existe el hecho innegable de que, si creo que no soy suficiente, es que mi Orgullo no está bien. Por tanto, todas las conductas descritas en el punto anterior las podría estar llevando a cabo, sin éxito alguno.
Cómo el miedo afecta a mi vida
El miedo a no estar a la altura suele aparecer intensificado en una de las áreas de nuestra vida. Por ejemplo, en la parte laboral. Estoy en un puesto de trabajo donde no creo ser suficiente, siento que no me reconocen y hasta que soy invisible. Para ello, estaré adoptando determinadas conductas fruto de esta creencia. Tal vez me quede en un rincón sin molestar, con miedo a ser visto. Aunque puede que haga lo contrario, me sobreesfuerzo en que me vean y me reconozcan, llevando a cabo cada vez más tareas que ni se me valoran ni se me agradecen. Entro así en un círculo vicioso. Cuanto más hago para ser suficiente, más fracaso. Y en lugar de cambiar de estrategia al ver el fracaso, persisto y persisto, dañándome todavía más.
Cuando esto está tan marcado en un área concreta de mi vida, pienso que en las demás esto no aparece, que ahí me siento bien. Sin embargo, nuestros patrones cognitivos y conductuales son más estables a veces de lo que nos gustaría, igual que nuestros miedos. Debería empezar a ser consciente de si hago algún tipo de esfuerzo por ganarme el reconocimiento o el agradecimiento de los demás, aunque me justifique en el que no me cuesta trabajo.
Empieza por las consecuencias
¿Por dónde empezaríamos a trabajar el “no soy suficiente”? Lo primero que tendríamos que ver son todas aquellas consecuencias derivadas de esta creencia. No se trata solo de ver los hechos presentes, sino de echar también la vista hacia atrás y darnos cuenta de cómo ha afectado a nuestra vida. ¿Qué cosas he dejado de hacer, decir o sentir por este miedo? Todas esas consecuencias no deben llevarnos a la culpa, sino al tomar aquí y ahora responsabilidad sobre nuestras propias acciones y pensamientos. En aquel momento lo hicimos como realmente sabíamos, simplemente. Pero ahora que somos más conscientes y que podemos aprender otra serie de herramientas, tenemos el deber de liberarnos de ese miedo.
Mis conductas a evitar
El segundo paso sería empezar a ponernos un límite con todas esas conductas de sobreesfuerzo que quieren suplir el sentir que no estamos a la altura. Para ello, nos enfrentaremos a un temor: si ahora pienso que no estoy a la altura con todo lo que me esfuerzo, ¿qué va a ocurrir cuando deje de esforzarme? Superado ese miedo y enfrentado a la situación veremos que lo que pasa es que ganamos en bienestar y tranquilidad. Ya no nos sacrificamos por una recompensa ficticia y autoimpuesta.
Busca ayuda
Y si todo lo que intentamos gestionar vemos que en estos momentos escapa de nuestro control, podemos plantearnos buscar ayuda especializada. Una persona que pueda ayudarnos a que nuestros miedos desaparezcan y que seamos capaces de estar conectados al Orgullo auténtico. Tomar esa decisión y dar ese paso, será el primer peldaño a subir para culminar en el amor propio.
Muy atinado, el separar la hypes toma de un orgullo mal desarrollado; me checa.
Muy atinado, el separar la autoestima de un orgullo mal desarrollado; me checa.
Hola Juan Carlos.
Gracias por leer el artículo y participar en el blog.
Un abrazo.
Vega Marcos. Psicóloga de Somos Psicología y Formación.