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Productividad personal: cómo alcanzarla en el día a día

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La productividad personal es el sistema que una persona crea para poder gestionar y controlar de forma eficaz elementos concretos. Esto se enfoca en la resolución de tareas, la creación de metas o la consecución de diferentes objetivos. Aunque se crea desde lo personal, desde el uno mismo o una misma, se amplía y ramifica a las diferentes áreas de la persona. Esto lleva a que la productividad personal se pueda enfocar en el ámbito laboral, en el deporte o, simplemente, en cómo gestionar nuestro propio hogar.

¿Cómo es alcanzar la productividad personal?

Cuando hablamos de productividad personal nos estamos refiriendo a algo subjetivo, individual y concreto de cada persona. No es la productividad ansiada y demandada por otros o por las expectativas del ambiente, sino mi propia sensación de seguridad y control sobre lo que estoy haciendo. Es una forma de saber qué es lo que me haría hoy sentirme productivo, equilibrándolo con mis necesidades, mis sensaciones y el cómo me siento.

Estamos acostumbrados a definiciones de productividad basadas en el “cuanto más, mejor”. Sin embargo, aquí no buscamos la cuantía, ni siquiera llegar a un estándar, sino ser capaces de reconocer lo que necesitamos, lo que estamos dispuestos a dar y liberarnos de toda sensación de no utilidad.

Alcanzar mi propia productividad personal significa estar en paz con lo que estoy realizando cada día y en cada momento. Me lleva a la acción y al movimiento, a la responsabilidad sobre aquello que hago y sobre cómo me siento por ello. Se aleja de expectativas, autoexigencia y perfeccionismo, porque me libero de toda culpa o exigencia social. Soy productivo desde lo que soy en ese preciso instante, en el aquí y en el ahora.

La sociedad y la productividad personal

Sociedad y productividad personal son dos conceptos que, como veremos a continuación, acaban siendo incompatibles. Socialmente se nos exige acaparar tareas, ser útiles, súper productivos y dar cada día el 110% de lo que somos y podemos ser. Significa sacrificar, que cada minuto valga y sea útil. Y esto no es lo que es realmente alcanzar la productividad personal.

En la productividad personal no se busca un número, sino la calidad de mis acciones, equilibrando lo que puedo dar ese día o el cómo me siento. Nos vamos primero a escucharnos, a nuestra esencia y a nuestras necesidades para después extrapolarlo y acabar llevan a cabo acciones fuera de nosotros. En la productividad que la sociedad me demanda, esto está invertido: primero marco unos estándares de calidad y unas expectativas e, independientemente de cómo me sienta, tengo que alcanzarlo. ¿Qué ocurre entonces? Que, si estoy triste y no rindo, me siento culpable y me castigo por ello. Porque primero está lo que debo hacer y luego ya evaluaré si tengo fuerzas para hacerlo.

La sociedad exige productividad y, de hecho, está bien vista. El no ser útil y el no aprovechar todos los minutos del día no está bien visto. Porque primero hacemos, después tenemos y luego, si queda tiempo es cuando ya somos. Invertido a como de verdad alcanzaríamos el bienestar.

El equilibrio

Aunque hemos podido deducir por el párrafo anterior, el YO SOY es lo más importante y lo que se relaciona directamente con el bienestar. Sin embargo, el hacer y el tener son también conceptos importantes y sociales que no podemos ni obviar ni reprimir. Es por eso que debemos alcanzar un verdadero equilibrio entre nuestros tres Yoes.

Poner el foco en lo que YO SOY, mis necesidades, mis emociones, mis motivaciones y mis metas, cómo están mis pensamientos o en qué momento de mi vida me encuentro. Prestar atención en primer lugar en ello y usarlo como base. Una vez que he escuchado esa parte, puedo irme al YO HAGO, a las capacidades que tengo en ese momento, aquello que me he marcado como tarea o los diferentes objetivos marcados. Asentados esos pilares, podré irme al YO TENGO. Esta última parte incluye tanto lo que está ya a mi disposición, como diferentes herramientas tangibles, como lo que finalmente tendré en resultado al ser y el hacer.

Para ver un ejemplo concreto de esos tres Yoes, podemos fijarnos en nuestro trabajo. Lo ideal es escuchar lo que YO SOY en primer lugar, mis valores y mis deseos. Escojo en base a eso mi trabajo y en él alcanzo el YO HAGO, que son las diferentes tareas que llevo a cabo. El YO TENGO me lleva a disponer de una serie de herramientas que están en mi entorno laboral y que uso diariamente pero también me lleva al tener un salario al finalizar el mes.

Alcanzar la productividad personal

Una de las mejores herramientas que podríamos usar para la productividad personal es la Matriz de Eisenhower, pero con ligeras variaciones. Introduciremos sobre todo cambios a nivel emocional y cognitivo para liberarnos de la presión social y las expectativas.

Las tareas que cada día querríamos hacer las dividiremos en cuatro grupos, en función de la urgencia y la importancia:

  • Lo que tengo que hacer ya: Esto es urgente e importante. Requiere al 100% de mí y son tareas que no pueden realmente esperar. Tendré que evaluar si me encuentro capacitado física y emocionalmente para ello, sin autoexigencia ni perfeccionismo. Si no es el caso, pasarán al segundo o tercer grupo.
  • Lo que debo apuntar en la agenda: Son tareas importantes, pero no urgentes. No tienen que ser hechos ya, por lo que nos marcaremos en la agenda una fecha final de entrega o un límite de tiempo. Hay que contar con nuestro factor humano, si estamos capacitados para orientarnos a ello o si vamos a ir bien de tiempo. Todo ello priorizando el YO SOY.
  • Cuando puedo pedir ayuda: Lo que sí es urgente, pero no es importante. Muchas de las cosas que tenemos que hacer no siempre requieren de nuestra presencia. Entra en juego nuestra capacidad para poder pedir o recibir ayuda. Y esta parte debe ser escuchada, ya que tenemos muchas barreras en función de la autosuficiencia que nos marcamos.
  • Descartar y tirar: Lo que ni es urgente ni importante. ¿Entonces para qué vas a hacerlo? Debemos simplificar todo lo que podamos nuestra vida. Ya estamos excesivamente saturados y algo más minimalista podría venirnos bien. Para enfrentar la resistencia del tirar a la basura tareas, podemos apuntarlas en un papel y mantenerlas guardadas. Una vez a la semana o al mes, revisar esa lista. Nos daremos cuenta de la cantidad de cosas de las que no nos queríamos liberar y que, al no hacerlas, no ha habido ningún tipo de consecuencia negativa.

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Ángel Rull

Ángel es Licenciado en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid y tiene un Máster en Investigación Psicológica Aplicada a las Ciencias de la Salud. Es especialista en manejo emocional, Psicología Positiva y Psicología de la Obesidad. Escribe para medios nacionales como El Periódico sobre Psicología para concienciar sobre la salud mental.

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