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¿Qué es la independencia emocional? Formas de andar nuestro camino más ligeros

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La independencia emocional es una actitud que nos permite llevar nuestra vida sin apegos excesivos ni necesidad de que otros anden por nosotros. No se trata de autosuficiencia ni de no contar con ayuda o apoyo, sino de no caer en la dependencia donde no nos sabemos valer realmente por nosotros mismos. Cuando quiero apostar por mi salud mental, tengo que conectar y potenciar la independencia emocional.

Hay diferentes formas de construir nuestro propio camino, encontrando el equilibrio entre ser libres y apoyarnos en los demás. Todo ello pasa por asentar diferentes bases de individualidad, autorrespeto e independencia emocional. Es fácil si sabemos por dónde empezar, aunque siempre requerirá de tiempo.

¿Qué es ser independiente emocionalmente?

No siempre nos encontramos plenos y rebosantes de bienestar emocional. Hay determinados días o en etapas continuadas donde la tristeza, la inseguridad o el sentirnos vacíos nos acompaña. Es en esos momentos donde podemos contar con el apoyo y con la ayuda de los demás. Las personas que nos quieren pueden escucharnos y darnos el consuelo que necesitamos. El problema ocurre cuando, en lugar de sentirnos apoyados, nos volcamos en los demás. Eso anula nuestra independencia y nos hace acabar pensando que no somos válidos.

La independencia emocional implica saber andar mi propio camino, con la certeza de que podré hacer lo que tenga por delante, apoyándome cuando lo necesite, sin depender ni ser anulado.

Cuando me anulo yo misma

Por las diferentes situaciones vividas o por la educación que hemos recibido, podemos acabar teniendo la sensación de no ser suficientes o no ser válidos. Esto se relaciona con nuestra emoción del orgullo y con la autoestima. Es aquí cuando la independencia emocional desaparece y acabamos necesitando a una o a varias personas para hacer tareas que nosotros consideramos que no seremos capaces de hacer.

Esto no quiere decir que desviemos las tareas por pereza o por egoísmo, sino que la persona que no tiene independencia emocional verdaderamente no cree que sea capaz de hacerlo. También ocurre no solo con tareas concretas, sino con el hecho de llevar el día a día o la vida cotidiana.

Cuando la otra persona me anula

No siempre es algo interno el no tener independencia emocional. Si tenemos en cuenta la sobreprotección que ejercen algunas personas o la necesidad de salvar a los demás, podemos sentirnos atrapados en sus dinámicas. El otro quiere hacer todo por mí, me aparta por mi bien o busca ayudarme en todo momento. Y, con el paso del tiempo, acabo dependiendo, sin saber hacer las cosas por mí misma. En estos casos, sin que realmente haya un problema en la autoestima o en la valoración personal, caigo en dependencia emocional. Mi cerebro encuentra máxima comodidad y seguridad en que el otro hago todo por mí y cuando me enfrento a hacerlo yo solo, al ser una novedad, lo vivo con miedo. Me puedo llegar a ver incapaz de hacer cosas que antes hacía con normalidad.

La incapacidad de estar a solas

Uno de los síntomas más significativos de la dependencia emocional es el no saber estar solos. Necesito la compañía de los demás porque creo que la soledad es una amenaza, algo que me dañará y me sobrepasará. De hecho, si no tengo independencia emocional, la soledad es para mí un desencadenante de ansiedad y tristeza.

Una de las repercusiones que tiene el no conectar con la independencia emocional es el necesitar estar acompañados casi en todo momento. Esto nos hace acabar teniendo relaciones sin espacio ni libertad, con comportamientos tóxicos con amigos, familiares o parejas.

Dependencia emocional con las parejas

El no tener una independencia emocional real y sana afecta a las personas que están a nuestro alrededor también. Ese estado de agitación que vivimos repercute en nuestras relaciones, sobre todo con las parejas, con quien formamos el vínculo más estrecho y cerrado. En un primer momento, ese vínculo genera satisfacción y una falsa seguridad en ambos miembros. Con el tiempo, la relación se queda sin aire y empiezan a sucederse las emociones negativas.

Cuando no vivimos desde la independencia emocional, aparecen ciertos componentes en la relación de pareja: tenemos miedo a estar solos, nos tornamos celosos e inseguros y necesitamos estar y hacer todo con la otra persona en todo momento. Vamos cerrándonos hacia la pareja, aislándonos y cortando los vínculos externos. Esto genera que, a medio y largo plazo, la inseguridad y la dependencia vayan aumentando cada vez más.

¿Cómo alcanzar la independencia emocional? Pautas para la liberación

Ante todo, cuando queremos alcanzar la independencia emocional, tenemos que ser conscientes del problema. No siempre es fácil, ya que lo confundimos con querer al otro o apoyarnos. Sin embargo, el amor no duele. El amor sano se basa en el espacio y la libertad individual, en elegir libremente. Pero, a menudo, nos cuesta lograrlo.

Si quiero ganar en independencia emocional, puedo seguir las siguientes pautas:

  • Valoración personal
    La valoración personal se relaciona directamente con el orgullo y la autoestima. Es saber reconocer lo que somos, de forma real y apoyada en hechos concretos de nuestra personalidad y de nuestra historia de vida. Para poder ganar en independencia emocional, debemos saber valorarnos. Esta será una base para el siguiente punto.
  • Amor propio
    El amor propio se consolida a través de la valoración personal. Una vez que sabemos reconocernos, podemos empezar a ejercer actos de autocuidado. El autocuidado se basa en una serie de rutinas que ponen el foco en la salud física y mental, viendo qué necesitamos para sentirnos bien y potenciarlo.
  • Plenitud
    La plenitud se alcanza una vez que la valoración personal ha permitido la construcción del amor propio y el autocuidado. Es saber disfrutar, agradecer lo que tenemos y estar en calma con nosotras mismas.

A través de esos tres pilares, podemos generar estrategias que asientan la independencia emocional. No siempre es un proceso fácil ni lineal, pero siguiendo esos consejos, empezaremos a eliminar la necesidad del otro y el sentirnos dependientes y asfixiados en relaciones que no son realmente sanas.

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Ángel Rull

Ángel es Licenciado en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid y tiene un Máster en Investigación Psicológica Aplicada a las Ciencias de la Salud. Es especialista en manejo emocional, Psicología Positiva y Psicología de la Obesidad. Escribe para medios nacionales como El Periódico sobre Psicología para concienciar sobre la salud mental.

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