El síndrome del impostor es un concepto psicológico muy frecuente en personas con una mala regulación de su valoración personal. Quien lo sufre cree que no está a la altura de las expectativas, marcando un estándar imaginario que no es capaz de alcanzar. Se vive con el miedo a que los demás piensen que es un fraude, que las habilidades o talentos que se creían tener no existen y que era todo una fachada de perfección. Ese es el mayor miedo del síndrome del impostor: que las demás personas le delaten y le juzguen por no estar a la altura de las expectativas.
¿Qué es el síndrome del impostor?
En el síndrome del impostor la persona es incapaz de conectar con su orgullo y con su valía auténtica. Por eso, no logra reconocer sus méritos, aquello que es capaz de hacer o conseguir. Hay una falta de conexión con las fortalezas, en el sentido de que, aunque las use, ni es consciente ni se lo valora.
Lo más característico del síndrome del impostor es la no creencia en uno mismo, cuando las evidencias son más que claras de la valía de la persona. Lo que la persona es y lo que hace, de hecho, es notable y le puede llevar a ir logrando diferentes objetivos. Y al lograrlo, al tener claro lo que ha conseguido, es cuando siente la persona que es una impostora, que no lo merece y que la van a descubrir.
Todos verán que soy un fraude
Cuando estamos sumergidos en el síndrome del impostor, estamos convencidos que lo que hemos logrado no es para nosotros, que se han confundido o que, por lo que sea, hemos fingido algo que no podremos mantener en el tiempo. Esto es coherente con la estructura emocional de aquellas personas que sufren el síndrome del impostor: perfeccionismo, autoexigencia y necesidad de control. Todo ello quiere formas una buena imagen a los demás, pero sintiendo que no son realmente lo que muestran. Por eso tienen miedo a ser descubiertos. Tienen la falsa creencia de que son un fraude y que, por tanto, alguien les delatará, juzgará y castigará por ello.
¿Qué tipos existen?
El síndrome del impostor queda representado de forma relativamente diferente en cada persona en función de su estructura emocional. Los temores y la falta de conexión con la valía personal se repiten, pero aparecen otras motivaciones o herramientas que la persona usa en el día a día. Esto hace que podamos entrar diferentes tipos de síndromes del impostor.
Perfeccionismo
La búsqueda de la perfección caracteriza a las personas que tienen este tipo de síndrome del impostor. Que todo esté perfecto es una forma de control para asegurarse que así serán reconocidos y valorados por ello. De hecho, buscan perfección emocional, incluso, no destacando ni sobresaliendo. Esta rigidez robótica conduce a que nunca puedan salirse del papel perfecto que ellos se obligan a desempeñar.
Su mayor temor es que todos descubran la cantidad de imperfecciones que tienen. Para ello, nunca son naturales, temen qué decir o se anclan en la vergüenza con frecuencia. Desde esta posición también ejercen control para organizar los planes o llevar a cabo las tareas.
Puedo con todo
La autoexigencia es el rasgo característico de este tipo de síndrome del impostor. De hecho, esas personas por autoexigencia no entienden nada negativo. Sin exigencia, creen, no habrá excelencia. Y la excelencia es para ellos sinónimo de valía. Dicha excelencia ni se alcanza ni es suficiente. Para ello, buscan poder con todo tipo de responsabilidades, de acaparar cada vez más tareas, incluso las que no son suyas. Cuando eso les pesa, ya no pueden quitárselo.
Temen que les descubran sin ser los mejores, que no puedan con algo de lo que han cogido y siempre están siendo productivos. Creen que los demás son unos irresponsables y juzgan duramente eso. Llegan al sacrificio y a no disfrutar de la vida por estar ocupados en las responsabilidades. De hecho, aunque no lo reconozcan, envidian a aquellos que sí que saben disfrutar de la vida.
Los dones
En este caso, el síndrome del impostor tiene de base a una persona que no se apoya en el esfuerzo sino en las capacidades innatas que considera tener. En algunos casos, estas habilidades son objetivas, pero apoya toda su responsabilidad en ello, sin tomar el control y sin asumir las consecuencias. Su creencia es que lo que lleva esfuerzo, no es un talento y no tiene mérito. Tienen que hacerlo bien a la primera, y tienen explosiones o grandes decepciones si no es así.
Sus puntos de vulnerabilidad giran en torno a sentir vergüenza al no hacer las cosas bien a la primera, la mala costumbre de haber sobresalido sin esfuerzo y rendirse ante todo aquello que suponga un esfuerzo.
Autosuficiencia
La autosuficiencia es la individualidad y la independencia llevadas al extremo. Aquí la persona quiere mostrar que puede con todo y que, por tanto, nunca necesita ayuda. Asimila necesitar ayuda con ser débil o no estar a la altura. Teme que descubran que no siempre puede con todo o que, aun cuando sí que puede, sufre por ello.
Aparece una necesidad de nunca pedir a nadie ayuda, por mucha confianza que tenga con esa persona. Busca ponerse a prueba y hacer constantemente las cosas por sí misma. Se avergüenza si alguien acaba dándole ayuda, especialmente si esta no es pedida, llegando a enfadarse.
Lo sé todo
Para poder sentir seguridad, sienten que tienen que ser expertos y dominar toda la información sobre diferentes áreas. Eso hace que no reconozcan que algo no lo conocen y les da miedo, por tanto, que les descubran en esto. Eso se convierte en una trampa para ellos ya que acaban dando la impresión de que dominan muchos temas.
Sus puntos de vulnerabilidad residen en la necesidad de acaparar títulos y certificados que demuestren su valía, sentir miedo o vergüenza por no cumplir con los requisitos formativos de un trabajo o sentirse estresados cuando sus conocimientos se van a poner a prueba, incluso en ambientes de ocio.
[ratings]
Me siento identificado con esto al 65% XD.
Hola Cristian.
Gracias por tu comentario y por leer el artículo.
¿En qué sentido te sientes identificado?
Si quieres, puedes contarnos un poco más acerca de esta sensación.
Un abrazo.
Vega Marcos. Psicóloga de Somos Psicología y Formación.
Coincido al 95%, y agradecería pautas para superarlo, porque me está afectando mucho a mi vida laboral y personal. Sobretodo a la laboral.
Hola Lilith.
Gracias por leer el artículo y por participar en el blog.
¿Puedes contarnos un poco más acerca de ti misma y de tu situación? De esta manera podré darte pautas más concretas para tu caso.
Un abrazo.
Vega Marcos. Psicóloga de Somos Psicología y Formación.
Pues, tengo casi 40 años, siempre me ha gustado el arte pero no he podido estudiarlo ni dedicarme a ello profesionalmente. Me he dedicado a «trabajos de provecho» que me han dejado algo desmotivada. He vivido en varias provincias, tratando de buscar mi lugar, mi vocación. Incluso he vivido en el extranjero. Mientras trabajaba, en mi tiempo libre aprendía y desarrollaba mi arte, antes tenía intención que conseguir trabajos artísticos pero ahora ya me parece imposible acceder a un puesto así. Sigo haciendo arte por mi cuenta, pero ya he tenido un burnout hace años y ahora estoy teniendo la misma sensación otra vez. Encontré este trabajo, me han tratado muy bien pero es un tipo de trabajo que me estresa y me deja mentalmente muy cansada. He tenido que volver a vivir con mi madre, con la que me llevo bien pero… No podemos vivir juntas. He perdido a dos parejas importantes para mí en este tiempo, y la última relación me metió en una pequeña depresión. Estuve yendo al psicólogo y mejoré, pero noto que arrastro demasiadas cosas y me noto muy desbordada.
Mi situación actual es de un trabajo que no es mi verdadera pasión, que se está volviendo exigente y difícil, en el que no noto que sea buena, y que me deja demasiado estresada y cansada como para dedicarme en mis ratos libres a lo que me gusta de verdad.
Hola de nuevo.
Gracias por contarnos todo esto. También te he leído en el foro.
Muchas gracias por tu participación.
Entiendo lo duro y frustrante que debe ser para ti trabajar en algo que no te gusta ni te motiva. Además, con la carga que supone y el estrés que puede llegar a generar.
¿Qué alternativas ves ahora mismo? ¿Crees que puedes hacer algún tipo de cambio que pueda ayudarte en cuanto a lo laboral?
Un abrazo.
Vega Marcos. Psicóloga de Somos Psicología y Formación.
De momento me noto muy embajonada hasta el punto de lanzarme a internar unas opos. Sólo que estoy bastante estresada todo el día y me asusta lo que pase si no me salen bien. Me refiero a cómo lo asumiré psicologicamente… Necesito que alguna cosa me salga bien.
Hola Lilith.
Si crees que hacer unas oposiciones puede ser algo bueno para ti en estos momentos, te animo a que lo hagas. Desde luego es un proceso que puede ser duro y costoso, pero si piensas que es lo que te va a hacer sentir mejor ahora mismo, debes hacerlo.
Por lo que dices, el trabajo en el que estás ahora no te gusta, no lo disfrutas y te produce malestar y un alto nivel de estrés. Por tanto, debes valorar alternativas y otras opciones que puedan hacer que te sientas más tranquila.
Un abrazo.
Vega Marcos. Psicóloga de Somos Psicología y Formación.