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«Todo lo dejo para mañana» o el por qué procrastinamos

hombre aplazando tareas

La procrastinación o el hábito de aplazar las cosas que deberíamos hacer, no se debe únicamente a una tendencia o motivo único sino que existen diferentes razones que nos ponemos a nosotros mismos para no realizar aquellas tareas que en general, son más susceptibles de ser aplazadas.

Las razones pueden ser la pereza, el miedo o la anticipación de unas tareas para evitar hacer otras, y frecuentemente las tareas que más se tienden a aplazar son aquellas que menos motivación nos causan y aquellas que no son obligatorias en el aquí y ahora.

Aprovechamos la menor oportunidad para dejar a un lado lo que más rechazo nos produce y sustituirlo por aquello que nos va a producir más placer, pero nos olvidamos de que estamos generando estrategias de afrontamiento ante situaciones que aunque no parezca que sean excesivamente negativas, si dejan lugar a utilizar la excusa con nosotros mismos en muchas ocasiones.

¿Nos ocurre a todos? ¿Es un rasgo de la personalidad o una mala costumbre?

Sin duda, todos nosotros en algún momento de nuestra vida nos hemos dejado llevar por ese hábito.

Pero a la pregunta si es un rasgo de personalidad o una mala costumbre, sería conveniente no generalizar, ya que habría que evaluar cada caso individual y ver como esto se está desarrollado y gestionado por cada persona.

En nuestra opinión, hablamos de procrastinación cuando se trata de una evitación voluntaria de la realización de determinadas tareas que deben ser realizadas en un periodo de tiempo. Y en función del mecanismo de afrontamiento, en este caso la evitación de situaciones de cada persona, podría estar relacionado con un mero hábito que no supone distrés, ni sentimientos de culpa en la persona, o por el contrario que la utilización frecuente de este mecanismo de afrontamiento, genere en la persona constantes sentimientos negativos y que por tanto, se haga responsable de esas emociones negativas, y entren a formar parte de sus rasgos de personalidad.

También habría que valorar por qué la persona mantiene ese hábito, es decir, qué le aporta y que le hace mantenerlo, porque aunque aparentemente pueda pensarse que es algo negativo, puede ocurrir que en algunas ocasiones a la persona le esté permitiendo mantenerlo porque le genere otras cosas positivas.

También se puede caer en el extremo opuesto y ser un ‘cagaprisas’.

La precrastinación, es lo opuesto a la procrastinación e implica anticiparse a la realización de las tareas antes de que sea necesarias realizarlas, aunque esto implique más tiempo y esfuerzo.

Muchas personas tienen la necesidad de llevar a cabo todas las acciones de manera inmediata, antes de que la situación se lo exija y así puedan sentirse incomodas o culpables al quedarles cosas por hacer.

Pero aunque tienda a verse en algunas ocasiones como algo eficaz o positivo, no siempre lo es, ya que la ansiedad anticipatoria que estamos generando ante algo que no nos exige realizarlo de forma urgente, hace que actuemos a destiempo, anticipando esfuerzos y recursos cuando aún no son necesarios, y todo por no mantener bien el equilibrio entre lo que es urgente, importante o necesario.

A su vez, el actuar desde la precrastinación permite que la persona no se sienta culpable de que le queden cosas por hacer y de esta manera alivie su ansiedad anticipatoria, pero olvidándose que esa ansiedad sigue existiendo, no como aplazamiento de las tareas, pero si como la anticipación en la realización de estas.

¿Se posterga aquello que no nos gusta o que nos resulta molesto o que nos da miedo enfrentarnos a ello, pereza, ansiedad?

Pueden existir distintos tipos de mecanismos de procrastinación, por evasión, por activación o por falta de decisión. Por evasión podemos entender la tendencia de aplazar las tareas que nos desagradan. Y aquí habría que entrar a valorar el tipo de desagradado, es decir, es por falta de placer, pereza o miedo. Por activación, lo contrario a lo anterior, es decir, aplazar una tarea hasta el punto en el que no se puede retrasar más y la tenemos que llevar a cabo. Y por falta de decisión, es decir, intentan buscar la mejor solución de resolver la tarea, y se pierden ya tienen dificultades en la toma de decisiones.

También puede existir esta tendencia a aplazar tareas en aquellas personas cuya tendencia es siempre trabajar bajo presión, con lo cual aplazan dichas tareas hasta que el propio tiempo ya no les permite más dicho aplazamiento.

¿Qué problemas psicológicos oculta? ¿Qué consecuencias tiene este hábito?

Desde el punto de vista psicológico, habría que evaluar el tipo de procrastinación que se producen, es decir, de todas las parcelas de nuestra vida, cual es aquella en la que más tareas o situaciones aplazamos, es decir, las más vinculadas con la parte familiar, emocional o personal, social, laboral o física, ya que esto permitiría entender que está ocurriendo en esa parte de la persona y ver si ese aplazamiento que se realiza está relacionado con una mala gestión de alguno de los ámbitos de su vida. Por tanto, no habría que trabajar tanto la procrastinación sino entender y desarrollar nuevos mecanismos de afrontamiento en este ámbito o parcela.

Las consecuencias psicológicas de este hábito pueden ser el sentimiento de culpa, con uno mismo o con los demás, las tareas que estamos aplazando están implicando a otros, tensión, estrés, así como emociones relacionadas desde hace tiempo como desencadenante de niveles altos de ansiedad.

Claves para acabar con las cosas pendientes:

  • Organiza y diferencia los tipos de decisiones a tomar, ya que no todas las decisiones son iguales y no nos exigen lo mismo. Para ello podemos priorizar y hacer primero aquellas que son más importantes, intentando evitar distraernos con otras actividades.
  • Sé consciente de las limitaciones propias de cada uno, es decir, conocerse uno mismo, y no autoengañarse.
  • Exígete realizar tareas a corto plazo, y no te marques grandes expectativas sobre ellas, sino que debes darte razones para confiar en ti mismo de que dichas tareas se van a llevar a cabo. Esto te permitirá aumentar la confianza en ti mismo.
  • El miedo a equivocarse no te ayuda a enfrentar una decisión, ya que te bloquea. Por tanto es importante saber que equivocarse es parte de saber elegir y te permite aprender.
  • Aprende a disfrutar de aquellas cosas que nos hagan sentir bien, porque en muchas ocasiones el aplazamiento de algunas decisiones está regida por el miedo a elegir algo que no nos haga felices.

La demora, el retardo o la dificultad ¿afecta a las relaciones, a las decisiones y puede afectar también a las relaciones personales?

Todo lo que uno realiza tiene unas consecuencias, que no siempre tienen que ser negativas en todo lo que respecta, pero es cierto que es importante reconocer siempre que se pueda las consecuencias de nuestros modos o formas de actuar.

En el caso de la procrastinación es importante tener en cuenta el ámbito en el que estamos aplazando las tareas y las repercusiones que puede tener este aplazamiento. En el caso de que una persona sepa que lleva intentando quedar con otra persona varios meses y voluntariamente, desde la excusa este aplazando esa tarea, puede generar emociones negativas, como decepción o enfado en la otra persona y que le lleve a distanciarse en su relación personal de esa persona que está aplazando el reunirse.

Por tanto, es importante que cada uno haga valoración de las consecuencias que pueden traerle la realización de determinadas conductas, ya que si no serán estas consecuencias las que se puedan volver un enemigo en sí mismo para la persona.

¿Afecta la procrastinación a la autoestima?

Es importante tener claro que la autoestima es la valoración que hacemos de nosotros mismos desde el punto de vista de nuestro funcionamiento emocional. Por tanto si una persona se siente culpable, tensa, así como el aplazamiento de distintas tareas le lleva asociar dichas situaciones con un aumento de los niveles de ansiedad, por supuesto que la autoestima se está viendo dañada, ya que pueden existir también sentimientos de no sentirse competente y de falta de confianza en uno mismo, por no llevar a cabo aquello que espera de sí.

Por lo tanto, es importante hacer una valoración adecuada de nuestra manera de actuar, de las consecuencias que esto puede tener en nosotros mismos y en nuestras relaciones con los demás, y de esta manera estaremos protegiendo eso que es tan valioso en el ser humano y que tantas veces castigamos, como es la autoestima.

¿Cómo puedo identificar que tengo una actitud procrastinadora? ¿Alguien lo reconoce?

El reconocer la presencia de angustia que nos causa la procrastinación es uno de los factores importantes que nos puede ayudar a tomar conciencia de lo que queremos cambiar de nuestra actitud procrastinadora.

También la falta de organización de las tareas y de las decisiones, es decir, todos en sí mismos sabemos cómo nos organizamos y cómo funcionamos en determinadas ocasiones, pues es importante que organicemos las tareas en función de la responsabilidad y la importancia que esta tenga para nosotros o para la situación.

Por tanto, es importante tomar conciencia de cómo cada uno actúa y qué consecuencias tiene en uno mismo esa actuación, para que ese ejercicio de introspección de nosotros mismos nos permita reconocer que cosas tienen una funcionalidad adaptativa en nuestras vidas.

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Rocío Martín-Serrano

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