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Trastorno afectivo estacional psicologo madrid

Trastorno afectivo estacional

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¿Qué es el trastorno afectivo estacional?

El trastorno afectivo estacional es una forma de depresión que aparece recurrentemente en una determinada época del año. Es un trastorno del estado del ánimo que se produce siempre en una misma estación, generalmente el invierno.

En estos casos, la persona afectada suele ir desarrollando síntomas de depresión según se acortan los días; así, a medida que el invierno se acerca, la depresión se manifiesta gradualmente con mayor fuerza. Los síntomas empiezan a remitir una vez que se acerca la primavera y los días comienzan a hacerse más largos. Aunque este tipo de desorden suele relacionarse mayoritariamente con el invierno, también puede producirse en otras estaciones. Así, aunque menos frecuentemente, algunas personas desarrollan la depresión estacional durante el verano, y los síntomas desaparecen en invierno.

El trastorno afectivo estacional es, al igual que el resto de depresiones, más frecuente entre mujeres que entre hombres. Habitualmente suele desarrollarse en la adolescencia o la juventud, aunque también puede aparecer ya en la edad adulta.

El número de personas afectadas es incierto, ya que varía en función de las condiciones climatológicas de cada país; por ello, es mucho más frecuente en países con cambios estacionales acusados, como por ejemplo los países nórdicos. Del mismo modo, es mucho menos frecuente en países ecuatoriales donde los cambios de estación son más moderados. Por ello, se calcula que este trastorno puede darse entre el 3% y el 10% de la población adulta.

¿A qué se debe el trastorno afectivo estacional?

Este trastorno se basa en la fuerte correlación existente entre los estados de ánimo y la climatología. Se ha comprobado que la falta de luz, la humedad o el frío favorecen el desarrollo de conductas depresivas o melancólicas; por el contrario, una mayor exposición al sol genera una mayor actividad metabólica y propicia un estado de ánimo positivo.

Esta relación entre el entorno y el estado de ánimo se basa en el nivel de serotonina en el cerebro. Además, también hay otras sustancias que se relacionan con la exposición solar, como la melatonina o la vitamina D. Es por esto que la climatología afecta a nuestro organismo, estimulando o reduciendo la producción de neurotransmisores, lo que afecta al estado de ánimo.

¿Cuáles son los principales síntomas del trastorno afectivo estacional?

En general,  los síntomas de este desorden y de la depresión son similares, salvo por el hecho de que se limitan a una estación determinada. Algunas investigaciones apuntan a la existencia de ciertas diferencias entre ambos tipos de depresión; así, parece ser que las personas con trastorno estacional no pierden el apetito ni el sueño, sino todo lo contrario. Por ello, en estos casos, en vez de insomnio o pérdida de peso, sucede justo lo opuesto: las personas con trastorno afectivo estacional tienden a dormir más de lo necesario y a comer compulsivamente.

En cualquier caso, los síntomas más comunes de las personas afectadas por este desorden son los siguientes:

  • Sensación de vacío, de tristeza o de desesperanza.
  • Cambios emocionales o en el estado de ánimo.
  • Pérdida de interés en las responsabilidades propias, en el trabajo o en las actividades escolares.
  • Anhedonia, incapacidad para disfrutar de actividades que eran consideradas placenteras o estimulantes.
  • Falta de energía, sensación de cansancio físico o de agotamiento.
  • Cambios en los patrones de alimentación, comiendo más de lo habitual y por encima de lo necesario.
  • Alteraciones en los patrones del sueño, haciendo que la persona duerma más de lo habitual.
  • Disminución de la actividad o del apetito sexual.
  • Dificultad para realizar esfuerzos intelectuales o para concentrarse.
  • Limitación o evitación de las relaciones sociales, ya que la persona busca entornos tranquilos o aislados.

¿Qué tipos de trastorno afectivo estacional hay?

Esencialmente cabe distinguir este tipo de trastornos en función del periodo en que se producen y de los síntomas asociados. Por ello, cabría enumerar dos tipos diferenciados de trastorno afectivo estacional:

Trastorno afectivo estacional de otoño-invierno

Se produce con la reducción de las horas de luz y la consiguiente disminución de la exposición solar. Esta es con mucho la modalidad más frecuente. Los síntomas típicos suelen ser el exceso de sueño, el aumento de peso y el cansancio físico o agotamiento.

Trastorno afectivo estacional de primavera-verano

Es justo el opuesto al anterior, y se da con mucha menor frecuencia. En este caso, se manifiesta cuando los días comienzan a acortarse, incrementándose así la exposición solar. A diferencia del trastorno de invierno, sus síntomas son el insomnio, la pérdida de apetito y el nerviosismo o ansiedad.

¿Cómo se trata el trastorno afectivo estacional?

Este desorden suele tratarse con tres enfoques distintos, que en muchas ocasiones se emplean de manera complementaria. En primer lugar, y al igual que con el resto de trastornos del estado de ánimo, la psicoterapia puede resultar de gran ayuda. De este modo, la terapia cognitivo-conductual ayuda al paciente a identificar y cambiar sus comportamientos y emociones. Este tipo de terapia dota también al paciente de herramientas con las que poder afrontar la depresión. También ayuda a controlar las sensaciones como la ansiedad o el estrés, que de otro modo podrían agravar su problema.

En segundo lugar suelen emplearse los medicamentos, generalmente antidepresivos. Estos deben estar siempre sujetos a prescripción médica, al igual que todos los tratamientos farmacológicos. El empleo de este tipo de sustancias permite controlar de manera efectiva la aparición de los síntomas de este trastorno.

Por último, suele emplearse también la fototerapia. Esta consiste en exponer al paciente a una fuente de luz que simula la exposición solar natura. Con esto se estimula un mejor desarrollo de los procesos metabólicos corporales, como la producción o absorción de distintas hormonas. Este tratamiento, sin embargo, aunque es muy efectivo en algunos pacientes, no obtiene los mismos resultados en todas las personas.

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Beatriz González

Beatriz González

Fundadora y directora de Somos Psicología y Formación. Licenciada en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid Máster en Neuropsicología por la Clínica San Vicente Terapeuta EMDR Nivel II

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